El zanshin (残心), o estado de “mente que permanece”, es un concepto central en kenjutsu y se refiere a uno de los estados mentales que el espadachín debe adoptar durante el combate.

Tiene una relación estrecha y complementaria con el estado de mushin (無心, “no mente”), la “mente relajada” o “vacía”, postura mental ideal en el Zen. En mushin, la mente no está fijada en un pensamiento o emoción y, por lo tanto, permanece abierta a todo, reaccionando a los eventos de la naturaleza –y de la batalla– con inmediatez y armonía: como la vela de un barco reacciona al viento, según enseñanzas del propio Kamiizumi Isenokami. El espadachín aspira a mantener un estado vital permanente de mushin hasta que, durante el combate, entra en zanshin. Se mantendrá en este estado incluso después de que el adversario ha sido completamente derrotado: un segundo demasiado pronto y las consecuencias pueden ser fatales.
Pero, ¿qué es exactamente este estado de zanshin? El concepto proviene del taoísmo y del budismo Zen y designa a un estado mental de alerta y atención total, sereno pero continuo, en el que la conciencia se mantiene firme y preparada para reaccionar en cualquier momento, incluso después de la finalización de una acción. En las artes marciales y otras disciplinas japonesas, como la ceremonia del té o la danza, zanshin representa la capacidad de permanecer conectado con el momento, evitando la relajación prematura y manteniendo un sentido de vigilancia y respeto hacia la situación.

El practicante de Shinkage-ryu entra en zanshin durante el duelo, manteniendo una consciencia plena, una alerta intensa pero relajada con una atención total en el presente durante la práctica o el combate, estando completamente comprometido y concentrado en cada movimiento y en la interacción con el oponente. Así, deja de lado las distracciones mentales y las preocupaciones externas, y se concentra de forma completa en la situación que afronta. Esto le permite una mayor agudeza mental, una toma de decisiones más rápida y una respuesta más precisa a los movimientos del adversario.
- En zanshin, el espadachín es tremendamente sensible a los cambios en el entorno, a las acciones del contrincante y a cualquier oportunidad o peligro que pueda surgir durante el enfrentamiento. La mente del practicante debe estar completamente presente en el momento, sin distraerse ni desviarse del combate.
- El zanshin también se relaciona con la intuición y la capacidad de anticipar los movimientos del oponente. Al mantener una mente alerta, calmada y atenta, el practicante de Shinkage-ryu puede percibir sutiles señales y patrones de comportamiento que indican las intenciones del oponente antes de que se manifiesten físicamente. Esto le permite reaccionar de manera segura, rápida y efectiva.
- Pero el estado de zanshin va más allá de la concentración, la atención y la alerta. Es la práctica de mantener el corazón concentrado en la tarea, incluso cuando la tarea ha finalizado. En el contexto de nuestra disciplina, en zanshin estamos completamente preparados para responder a un ataque aunque aparentemente el combate ya haya concluido: es la actitud mental que asegura la imposibilidad de que el enemigo se recupere o reviva para volver a atacar o tomar represalias.
La práctica de zanshin en Shinkage-ryu se relaciona con el desarrollo de una actitud mental de concentración ecuánime ante cualquier situación difícil de la vida. Al mantener la mente en el presente, se evita la rumiación excesiva sobre el pasado o la anticipación ansiosa del futuro, lo que permite una mayor claridad en la toma de decisiones y una mejor capacidad de adaptación. Desde esta posición, cuando lo inesperado sucede, la reacción es adecuada, contundente e inmediata. Zanshin supone también una forma de respeto hacia lo que ha finalizado: lejos de abandonar de forma abrupta o inconsciente la acción concluida, esta se cierra con plena presencia y conciencia, reconociendo su valor antes de soltarla, dignificando e integrando lo que se ha vivido. Por eso, el practicante de Shinkage-ryu permanece mentalmente atento y conectado a la práctica incluso después de haber finalizado una técnica o un kata. Esta disposición le ayuda a desarrollar la serenidad, la precisión y la adaptabilidad frente al peligro, actitudes necesarias para obtener la victoria en el combate y en la vida.